Aunque las playas de nuestro litoral son con mucho las más preferidas a la hora de matar los calores, lo cierto es que tener un buen río a mano no tiene precio.
Y si además conoces un tramito de difícil acceso donde no vaya nadie ya tienes tu paraíso privado particular.
Rodeado de vida, sintiendo el viento en las hojas y con mucha sombra para protegerte del sol (o zonas despejadas para tomarlo), lo cierto es que no tienen mucho que envidiar a las otras.
Aunque los que seguís mis fotos habitualmente sabéis de mi debilidad por el mar y la costa en general, lo cierto es que los ríos tienen algo que me seduce. Tal vez porque me he criado en una zona surcada por varios de ellos.
Ella: Romina
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