Recuerdo cuando era pequeño y eso de la vigilancia en las playas era una rareza que sólo veíamos en la televisión y que sólo aparecía en las series norteamericanas. Y con algo de suerte en algunas playas españolas donde el turismo europeo tenía más presencia.
Pero para nosotros, los gallegos, eso de ver una de estas estructuras de madera fue una completa rareza hasta hace poco más de una década, aunque antes tuvimos tiempo para ir acostumbrándonos a los uniformes naranjas que primero se asomaron tímidamente a los arenales y luego se montaron sus casetas de madera.
Ahora mismo es raro ver una playa urbana, semiurbana o de cierta fama sin su equipo de vigilantes. Y gracias a Dios que están. Unos cuantos bañistas han salvado la vida gracias a que ellos estaban allí.
Ella: Maribel Cerrillo
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