Aunque la historia portuguesa es menos influyente en la europea de lo que es la francesa, uno puede saborearla paseando por sitios como la Praça do Comercio.
Situada a orillas del Tajo, fue Palacio Real cuando los reyes portugueses dejaron el cercano Castelo de São Jorge por unos 200 años, hasta que el terremoto de Lisboa aconsejó buscarles otra ubicación más segura.
Esta plaza ha sido también la entrada tradicionalmente usada por los dignatarios extranjeros que entraban en la ciudad ya que se trata del conjunto monumental más importante de la ciudad y así también pasaban por debajo del arco de triunfo que vemos en la foto, lo que siempre le da más glamour al asunto.
Aquí atacaron a los últimos reyes del país y tras la revolución republicana los edificios, antes pintados de amarillo, pasaron a estar pintados de rosa, el color de la revolución. Como vemos han recuperado su color original, el amarillo que se asociaba con la monarquía.
Aquí también aconteció la Revolución de los claveles que acabó con los herederos de Salazar.
Hoy se usa para festivales y exposiciones, además de para emplazar el enorme árbol navideño (una mole de más de cincuenta metros de cable y acero) de la ciudad.
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