Originalmente era una torre independiente de la catedral, pero con una de las ampliaciones del edificio catedralicio quedó unida a él.
Su construcción arranca en el siglo XIV y su configuración definitiva se dio cuatro siglos más tarde.
El Micalet es una de los mejores ejemplos de lo que puede hacer una restauración dirigida por mendrugos: las obras de mecanización de su sistema de campanas casi destruye el sistema original al mecanizar la mitad, inutilizando varias de las no mecanizadas, además de efectuar varios destrozos.
Afortunadamente se tomó conciencia de la chapuza y se ha recuperado parte del funcionamiento original.
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