Ahora que este enorme complejo vuelve a estar tristemente de moda debido a los (altísimos) honorarios percibidos por los arquitectos que lo concibieron y que se ha vuelto a hablar de su sobrecoste con respecto al proyecto inicial (se habla de un 400%) parece extrañamente apropiado que esta foto esté en blanco y negro.
Por desgracia los culpables de perpetrar semejante atentado contra el dinero de todos para mayor gloria de si mismos, posiblemente sean considerados dentro de muchos años como grandes mecenas de la cultura, les dediquen calles y en las placas se glosen sus logros.
Ahora mismo, por muy bonito e impresionante que sea el lugar (que lo es), sólo puedo acordarme de cuantos de los fondos aquí quemados se podrían haber dedicado a cosas útiles, como sanidad, educación, investigación o una promoción económica que nos alejase del paradigma del ladrillo y nos acercase a ser un país civilizado.
Pero bueno, ya se sabe que muchos de los que se metieron en el ladrillo tenían la jeta de cemento, lo que de alguna forma es bastante apropiado.
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