Intemporalidad

Intemporalidad

Puede cambiar el canon estético. Puede cambiar la moda. Puede cambiar la tecnología, la política y el gusto musical.

Pero hay dos cosas que no pasan nunca de moda: los vaqueros y las sonrisas.

No hay mucho que decir acerca de las sonrisas. Sabemos que es mejor una sonrisa de más que una de menos y que son un tesoro que la gente debería compartir con mucha más frecuencia (y esto lo dice un tío que normalmente parece vivir en estado de encabronamiento permanente, aunque no sea así).

En cuanto a los vaqueros... bueno, esa es una historia bastante curiosa. Esta prenda tan conocida a lo largo de todo el mundo nació por un accidente.

Según recuerdo haber leído por algún lado el origen de los pantalones vaqueros fue una partida de tela para tiendas de campaña que salió defectuosa. Los que se quedaron la tela (no recuerdo si el comprador, o el vendedor al que se la devolvieron) se vio de repente con un montón de tela sin utilidad.

Así que tuvo una idea. Aprovechó la tela para hacer pantalones. En plena fiebre del oro los pantalones se gastaban con mucha facilidad y esta tela era más resistente. Para reforzarla aún más le añadió remaches en puntos estratégicos de sus costuras.

Obviamente, el producto fue un enorme éxito porque aguantaban lo que le echaran y no se ensuciaban de una forma tan evidente como otros pantalones y tras lavarlos presentaban mejor aspecto.

Y hasta nuestros días.

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