Lo de Toralla es simplemente la hostia.
Poseedora de un patrimonio histórico importante, con presencia de un castro y unas salinas de la Edad de Hierro, fue urbanizada de forma salvaje aprovechando la poca conciencia medioambiental existente hace unas décadas. Así le fue al patrimonio, claro.
Cedida en concesión a una empresa privada por 99 años, Toralla es una especie de punto negro de la ley de costas, ya que, salvo los visitantes y aquellos que tienen permiso, nadie puede entrar en la isla, si exceptuamos la playa que está en la entrada.
Y encima está ese espantoso edificio que parece ser que está hundiendo con su peso la isla unos centímetros por año, y que además arruina la vista de las Cíes y la salida de la ría desde lugares como Comesaña o Matamá.
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