Una de las primeras cosas que hice en cuanto tuve un programa de retoque fotográfico decente fue volver sobre esta foto, que me encantaba, pero que había salido fatal de calidad de imagen (múltiples problemas de enfoque, resolución, exposición e incluso ruido).
Después de andar jugando un poco con los filtros y de toquetear por aquí y por allí la cosa fue cogiendo otro aspecto, y finalmente decidí darle un punto como de pintura... y el resultado, la verdad, es que me encanta. Tiene una rara plasticidad y una vida propias como pocas de las fotos de desnudo que he realizado.
La foto fue tomada con una Nikon Coolpix 2000.
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