En esta época de grandes infraestructuras, de construcción de megapuertos como el de Rotterdam o creación de monstruosos puertos exteriores como los de A Coruña, Ferrol o Gijón, es bueno recordar que aún existen pequeños puertos de pesca tradicional, que muy difícilmente esquilmarán los mares, recuerdo de una época donde tal vez no existía tanta conciencia ecológica, pero tampoco se hacía tanto daño
Este que vemos es el de Caldebarcos, a un paso de Carnota, y donde termina (o comienza) la playa más larga de Galicia y donde la pesca sigue siendo una pelea diaria entre el hombre y el mar al que trata de arrebatar parte de sus tesoros.
Se trata de nada más que una pequeña rampa al lado de un par de diques rotos por el oleaje y por la corrosión, al lado de un pequeño
alpendre del que sólo restan parte de sus paredes, entre las que guardan las nasas.
La foto fue tomada con una Sony Alpha 200
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