Ahora que ya no vivo en Coruña ya no puedo visitar Malpica con la frecuencia con que lo hacía antes. Este pequeño pueblo marinero, no demasiado bonito desde el punto de vista arquitectónico, pero poseedor del puerto por excelencia de Bergantiños (aunque en Laxe y Corme tal vez no estén de acuerdo), va a ser una de las cosas que más eche de menos.
En realidad, más que el pueblo en sí echaré de menos su entorno: sus playas y sus bosques, donde tantas fotos hice... esos acantilados rodeados de pinares y esos tremendos oleajes que baten contra las piedras una y otra vez.
Por desgracia, me perdí el espectáculo de las olas saltando el espigón: he ido en algún que otro temporal y siempre iba el día antes o después de que eso ocurriese.
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