Una de las cosas que me gusta hacer cuando voy de viaje es desviarme un poco de la ruta para ver algo que me llame la atención.
En este caso dejé la N-401 para aventurarme por la N-401A, que corresponde a su antiguo trazado porque estaban señalizados unos molinos de viento. Igual que pasó a Don Quijote, se trató de una aventura bastante estéril. Los molinos estaban bastante desviados de la carretera y tampoco me parecieron tan espectaculares como para buscar el camino hasta ellos.
Y además tuve que cruzar Los Yébenes por el centro y es un pueblo muy normalito desde el punto de vista arquitectónico (vamos, que por ello no merece la pena detenerse).
Al menos tengo este panorama que llevarme a la boca, de las tierras del sur de Orgaz.
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